Le dolía el tacto de sus manos. Se las cogía y le quemaban por dentro, sentía erupciones volcánicas saliendo de las yemas de sus dedos, pero sin embargo le congelaron el corazón.
Sus labios, oh sus labios, carnosos y tan deseados en tiempos pasados, su tacto ahora le hería a niveles descontrolados.
Y mientras antes le gustaba jugar con su pelo, despeinarlo pasando sus dedos por su flequillo, ahora en lugar de un juego le parecía un castigo.
Fue un minuto lo que le hizo cambiar de parecer. Le parecía mentira, pero un pequeño instante pudo hacer girar la manivela de su vida y moverla hacia un destino contrario, al cual siempre creyó que no estaban destinados.
19 junio 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
no es el destino quien cambia las redes de tu vida, ni el destino el que toma una dirección contraria. Eres tú, y nadie más que tú quien lo piensa, quien lo decide y quien lo hace. Lo malo, que siempre le echamos la culpa a algo que no somos nosotros. Dulce inconsciencia. Pero decidir es positivo eidrian, aunque sea para ir en la dirección contraria a la planeada. Quién sabe¡ quizá New york no era el sitio esperado.
ResponderEliminarPues ya quisiera yo que me pasase eso... he elegido yo...alejarme de lo que me hace enloquecer.
ResponderEliminarBesos de Mariposa.
Creo que hay algunas reacciones que uno no puede controlar como enamorarse o desenamorarse por más que se intente ir a contracorriente.
ResponderEliminar