...hay que estar muy loco por mí. Y saber cómo me gusta el café. Sabérmelo preparar aunque no lo pida. Acariciarme donde me gusta hasta hacerme cosquillas. De las ligeras, las que no duelen. Hacerme reír con la mayor de las tonterías. Saber quién soy, comprenderme. Y tocarme como si fuese la octava maravilla.
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Mis gafas azules te vigilan, cuidado con lo que dices.