14 febrero 2010

Tan sólo...

Ni siquiera tu presencia me puede ayudar en este momento. Mi ánimo se desintegra en un millón de pedazos a una velocidad vertiginosa y el suelo está demasiado oscuro como para poderlos recoger. Y aunque pudiera, no existe pegamento lo suficientemente fuerte como para volverlos a unir. Maldición.

Una lágrima, dos, tres, cuatrocientos, cinco mil, seis millones y no puedo parar. Se han secado mis conductores lacrimales, pero sigo llorando en realidad. No sé por qué, pero me encuentro mal, sumamente mal. No tengo fuerzas ni para mirarte a los ojos, tus preciosos ojos en plano detalle que me elevan a un mundo de fantasía y frenesí. Maldición.

No intento que comprendas lo que me pasa. Sólo quiero que me veas y te acerques, te sientes a mi lado lentamente y me cojas de la mano. Y cuando intente levantar la vista y veas que no soy capaz, que extiendas tus brazos y me abraces. Y aunque pasen dos horas en silencio sin progreso, al menos nuestro contacto me reconfortará. Y sabré que por malas que sean las circunstancias, tengo algo por lo que sonreír al final. Tan sólo abrázame, que tarde o temprano se me pasará.

Sin título, II

A veces eres un HDTV.XviD-2H y mis subtítulos son para la versión DVDRip.

06 febrero 2010

Canción original.

Cántame una canción. Una canción que nadie jamás haya oído antes y susúrramela al oído. Una canción que hable sobre mí y sobre cómo te hago sentir. Una canción que inventaste en un sueño y que pese a tales circunstancias no hayas podido olvidar, pues significa tanto para ti que prefieres cantármela a hablar. Y cántamela arrastrando las palabras, silbando cada 's' y sintiéndola tuya, como si me estuvieras confesando el peor de tus pecados o el más oscuro de tus pensamientos.

Emociónate si lo crees necesario, llora si lo ves conveniente, desahógate y libérate, y haz que me prenda de tus palabras como una obsesión enfermiza que me impida dejar de escucharlas.

Cántame aunque sólo te quede un hilo de voz, pues no necesito una perfecta ejecución, si no simplemente una plena descodificación de aquello que me quieres decir, para así poder entender mejor las razones de tus momentos de solitaria desesperación. Aclárate la garganta, haz pausas, solloza, acaríciame el cuello en el estribillo mientras siento el brillo de tus ojos humedecidos. Cambia la tonalidad según lo requiera la estrofa, o cae en la monotonía, como prefieras. Cántame tu canción original como prefieras o lo quieras, pero por favor, canta.

Y si se acaba tu canción, vuelve a comenzar desde el principio una vez más. No me hagas tenértelo que rogar. Porque quiero que me la repitas hasta que me la sepa de memoria, para así después poder interpretar la historia contenida en dichos versos.

Hazlo aunque me tengas que despertar en medio de la noche, alejándome de mis sueños y la actividad de mi subconsciente. Ten siempre presente que no existe en la vida un solo momento en que no esté dispuesto a escucharte cantar la canción que inventaste para mí, para los dos, para la posteridad.

Y cuando consideres que ya me has cantado lo justo y necesario (nunca demasiado), concluye suave y despacio, sin brusquedad, y por triste que sea no cambies el final, porque si me lo susurras al oído con un beso como epílogo, lo podré soportar.

05 febrero 2010

Saturación neuronil.

¿No os ocurre al salir de un examen que comenzáis a soltar una parida tras otra?