27 junio 2010

Se me da mal esperar.

En la vida uno aprende muchas cosas. Que no hay que tratar a nadie como no quiere uno que lo traten y que esto nunca se cumple. Que santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita, al menos que hayas terminado una relación y le quieras devolver sus cosas. Que a quien madruga, nadie tiene por qué ayudarle. Y yo a todo ello le añado que la espera es siempre la peor parte del día.

Esperar a que te sirvan una comida. Esperar en la charcutería del supermercado. Esperar a que te llegue la nota de ese examen que no tienes claro si vas a aprobar o suspender. Esperar hasta la hora en que quedaste con alguien. Esperar los quince minutos de retraso con los que viene ese alguien. Esperar, esperar, espera, jodida espera y jodida impotencia la que produce.

Esperar tres meses para volver a ver sus ojos y besar sus labios. Esperar vete tú a saber cuánto para olvidarlo aún habiendo besado otros labios. Esperar a que su saludo deje de clavársete como una estaca en los pulmones llenos de humo y te deje por fin respirar. Esperar a que sus carencias se compensen con las virtudes de otro. Esperar a que ese otro se manifieste y sepas valorarlo.

Esperar hasta dejar de sentir un vacío en tu vida.

26 junio 2010

Confesiones regadas con alcohol.

"Porque la vida se resume con vasos de plástico
Los llenamos de champán y lo bebemos en el ático
Y cantamos mil canciones
Nos caemos borrachos por los rincones
Y apenas recordamos algo al despertar"

21 junio 2010

Sin título, III.

Tú y yo siempre fuimos las constantes de una ecuación,
donde nuestro futuro era la incógnita
y la venganza, la solución.

19 junio 2010

Me dueles.

Le dolía el tacto de sus manos. Se las cogía y le quemaban por dentro, sentía erupciones volcánicas saliendo de las yemas de sus dedos, pero sin embargo le congelaron el corazón.
Sus labios, oh sus labios, carnosos y tan deseados en tiempos pasados, su tacto ahora le hería a niveles descontrolados.
Y mientras antes le gustaba jugar con su pelo, despeinarlo pasando sus dedos por su flequillo, ahora en lugar de un juego le parecía un castigo.

Fue un minuto lo que le hizo cambiar de parecer. Le parecía mentira, pero un pequeño instante pudo hacer girar la manivela de su vida y moverla hacia un destino contrario, al cual siempre creyó que no estaban destinados.