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23 enero 2013

Hagan sus apuestas.

Como un caballo perdedor, avanzábamos en la carrera y nos veíamos sometidos a la derrota de la medalla de plata. Un puesto más que digno para algunos, pero que nosotros no nos podíamos permitir. Dejamos que la competición siguiese su curso y pese a no recibir los halagos de una victoria que nunca hubo, seguimos avanzando todos los metros necesarios una vez las gradas se vaciaron y no se escuchaba el griterío de aquellos que habían puesto nuestros nombres en sus quinielas. Pero esa no era ni la menor de nuestras preocupaciones. Avanzamos, corrimos y sortamos todos los obstáculos hasta que aprendimos que las verdaderas victorias son aquellas que suceden en solitario, cuando las circunstancias lo requieren e incluso cuando ninguna de esas papeletas marca nuestros nombres. Cuando no hay nadie viéndonos cruzar la meta ni los periódicos recogen nuestro triunfo.

14 diciembre 2012

Satélites.

En el colegio nos enseñan que el sistema solar tiene nueve planetas. Ocho, para las nuevas generaciones. Que entre los millones y millones de kilómetros que componen este vasto espacio inmerso en el infinito universo, nos podemos encontrar con múltiples superficies. Los mencionados planetas, las estrellas, los asteroides o los satélites.

Al respecto de esto último, nos enseñan que la Luna es el satélite de la Tierra, pero se olvidan de mencionarnos cómo otras esferas, mucho más pequeñitas pero no por ello menos significantes, también pueden ejercer de satélites. A mí, al menos, me pasa cada vez que te miro a los ojos, que me atrapan y hacen que toda mi existencia gire alrededor del brillo que se desprende de tu mirada cada vez que me dices "te quiero".

20 noviembre 2012

Casi tres.

-¿A ti también te pasa que cuando tienes algo muy cerca lo ves doble?
-A veces.
-Pues quiero pasarme la vida viéndote doble.

27 junio 2012

Bifurcaciones.

Vamos a ser majos aparentando ser cínicos, y a ser cínicos aparentando ser majos. A terminar todas las frases con una sonrisa, aunque nos carcoma por dentro. A tirar la tostada a propósito por el lado de la mermelada y aplastarla con saña contra el suelo. A tirar flores a nuestro paso sin haberles arrancado previamente las espinas. A tomar siempre el mismo camino en las bifurcaciones, aunque nos carcoma por dentro. A presumir de ojeras y pieles blanquecinas en contra de los cánones. A reivindicar nuestras virtudes donde otros ven defectos y viceversa. A querernos hacer daño y hacernos daño queriéndonos. A enviarnos mensajes subliminales en palabras carentes de significado.

22 junio 2012

Sin título, y cuántos van ya.

Hoy más que nunca trago saliva y me muerdo la lengua. Porque hay momentos en los que es mejor no decir nada, y dejar que un par de ojos empañados expresen todo lo que no puede ser dicho. Dando rienda suelta a momentos que no por tópicos son menos ciertos.

14 abril 2012

Sueños.

Escondí bajo tu almohada tres cápsulas oníricas para que las pudieses usar inmediatamente después de despertarte de un sueño. La primera era la cápsula del olvido, para que el mal trago generado por una pesadilla dejase de comerte por dentro. La segunda, totalmente opuesta, la del recuerdo, para que aquel sueño que temas poder olvidar quede guardado en esa cápsula y lo puedas volver a ver cuando desees. La tercera y última, la de la realidad. De este modo podrías hacer que aquel sueño que más anheles se convierta en verdad. Como las cápsulas sólo tienen un uso, deberás elegir bien qué sueño quieres introducir en cada cápsula para no poder tener remordimientos y arrepentirte una vez hecho.

A la semana siguiente me enteré de que ya las habías utilizado todas. Aunque no podría estar más en desacuerdo con el resultado final.
En la cápsula del recuerdo ahora vive una pesadilla, ya que consideraste muy útil poder revivir una y otra vez aquella historia macabra que pudiese impulsar tus leves aspiraciones artísticas.
En la de la realidad decidiste dar alas a tu vena capitalista y el sueño que tiene todo el mundo en que le toca la lotería hizo que ahora vivas en la abundancia.
Y la cápsula del olvido la utilizaste un martes después de haber quedado conmigo. Soñaste que la velada no se había terminado en aquel bar ni aquel día, y te decidiste por borrar cualquier lazo que te uniese con la aceptación de que buscas algo más que encuentros fortuitos sin más.

Y yo, como siempre, acabo siendo el máximo afectado.
En mis decisiones y en las ajenas.

18 febrero 2012

Intimidad.

Quisiera tener la confianza suficiente contigo como para quitarte la pelusilla del ombligo, rechazar tu beso de buenos días por tu aliento al despertarte o darte otro en un encuentro fugaz a plena luz del día, en lugar de conformarme con tu infrecuente visión momentánea en terrazas o locales poco iluminados donde las posibilidades de alcanzar una intimidad genuina son tan remotas como la sensación de poderte quitar de mi cabeza en un futuro cercano.

09 diciembre 2011

Últimos días de 1999.

Y aquí nos encontramos, en los Últimos Días de 1999, con los vasos en la mano y las uvas en la despensa, haciendo una retrospectiva de lo vivido, abrazando los recuerdos felices y agarrando con fuerza los desechables para usarlos en nuestra propia contra cuando rompamos cristales en las noches de incendio. Mirándonos a los ojos en busca del más mínimo residuo de humanidad en el reflejo de tus gafas empañadas antes de llamar a un taxi y despedirnos para siempre.

28 marzo 2011

Buenos días.

El póster de James Dean de mi habitación me da los buenos días, qué tal se encuentra, ha descansado bien, quiere que le prepare un café.
El ordenador colocado en el escritorio me da los buenos días, qué tal se encuentra, ha descansado bien, le pongo un poco de música mientras se viste para que se le haga más amena la idea de abandonar las sábanas.
El cenicero también me da los buenos días, qué tal se encuentra, ha descansado bien, apague aquí las colillas del pitillo que acompaña a su café mañanero.
El cielo (normalmente nublado) de Compostela tampoco falla a la cita de saludarme tras despertar, qué tal se encuentra, ha descansado bien, no se pierda detalle de mi estado para saber qué escoger en el armario antes de salir a la calle y llevarse sorpresas desagradables.

Y harto de que mi póster, mi portátil, mi cenicero y el omnipresente cielo me den los buenos días, me pregunto cuándo me los darás tú, cuándo te dignarás a mirarme desde el otro lado de la cama y sonreírme al darte cuenta de que estoy ahí, incluso sin que tengas que decir las dos palabras.

01 julio 2010

Sin título, IV.

No me echo la culpa por echarte de menos;
Me echo la culpa porque aún te deseo.

27 junio 2010

Se me da mal esperar.

En la vida uno aprende muchas cosas. Que no hay que tratar a nadie como no quiere uno que lo traten y que esto nunca se cumple. Que santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita, al menos que hayas terminado una relación y le quieras devolver sus cosas. Que a quien madruga, nadie tiene por qué ayudarle. Y yo a todo ello le añado que la espera es siempre la peor parte del día.

Esperar a que te sirvan una comida. Esperar en la charcutería del supermercado. Esperar a que te llegue la nota de ese examen que no tienes claro si vas a aprobar o suspender. Esperar hasta la hora en que quedaste con alguien. Esperar los quince minutos de retraso con los que viene ese alguien. Esperar, esperar, espera, jodida espera y jodida impotencia la que produce.

Esperar tres meses para volver a ver sus ojos y besar sus labios. Esperar vete tú a saber cuánto para olvidarlo aún habiendo besado otros labios. Esperar a que su saludo deje de clavársete como una estaca en los pulmones llenos de humo y te deje por fin respirar. Esperar a que sus carencias se compensen con las virtudes de otro. Esperar a que ese otro se manifieste y sepas valorarlo.

Esperar hasta dejar de sentir un vacío en tu vida.

26 junio 2010

Confesiones regadas con alcohol.

"Porque la vida se resume con vasos de plástico
Los llenamos de champán y lo bebemos en el ático
Y cantamos mil canciones
Nos caemos borrachos por los rincones
Y apenas recordamos algo al despertar"

15 marzo 2010

Las cuentas de la vieja.

Hace 99 días.
Hace además 86.
Y para ampliar la información, hace por último 64.

Y si no hay cambios de última hora, quedan 5.

14 febrero 2010

Tan sólo...

Ni siquiera tu presencia me puede ayudar en este momento. Mi ánimo se desintegra en un millón de pedazos a una velocidad vertiginosa y el suelo está demasiado oscuro como para poderlos recoger. Y aunque pudiera, no existe pegamento lo suficientemente fuerte como para volverlos a unir. Maldición.

Una lágrima, dos, tres, cuatrocientos, cinco mil, seis millones y no puedo parar. Se han secado mis conductores lacrimales, pero sigo llorando en realidad. No sé por qué, pero me encuentro mal, sumamente mal. No tengo fuerzas ni para mirarte a los ojos, tus preciosos ojos en plano detalle que me elevan a un mundo de fantasía y frenesí. Maldición.

No intento que comprendas lo que me pasa. Sólo quiero que me veas y te acerques, te sientes a mi lado lentamente y me cojas de la mano. Y cuando intente levantar la vista y veas que no soy capaz, que extiendas tus brazos y me abraces. Y aunque pasen dos horas en silencio sin progreso, al menos nuestro contacto me reconfortará. Y sabré que por malas que sean las circunstancias, tengo algo por lo que sonreír al final. Tan sólo abrázame, que tarde o temprano se me pasará.

17 enero 2010

Sé que merece la pena por...

Acordarme de ti al escuchar esa canción tan especial.
Dormirme con una sonrisa.
Rogar tener los poderes de Hiro Nakamura.
Ilusionarme con cada frase que me dices.
Abrazarte y sentir cómo el mundo se para alrededor.
No poder quitarte de mi cabeza en todo momento.

11 enero 2010

Nieve.

Vimos nevar por primera vez en nuestras vidas besándonos bajo mi paraguas.
(Los copos te caían en la boca, y yo me reía mientras te quejabas.)
Vimos la nieve caer a través de la ventana de mi habitación.

31 diciembre 2009

Querido 2010.

Querido 2010,

No sé si estarás acostumbrado a recibir cartas. Debería escribírsela a los Reyes Magos, pero prefiero enviártela a ti que duras 365 días que no a ellos que durarán una Cabalgata, una noche y la mañana siguiente.

No tengo muchas cosas que pedir, aunque eso no significa que lo que te pida no sea de gran envergadura. A mí en la vida no me preocupan demasiadas cosas. No necesito la fortuna de Lily Van der Woodsen, vestir con ropa de diseño, tener un loft en Manhattan ni gastarme miles de euros al día en caprichos varios. Mis aspiraciones en la vida son terminar la carrera con un expediente decente, vivir en una ciudad que me guste y de lo que me gusta, tener un sueldo que me permita vivir con comodidad (léase comodidad como poder llegar a fin de mes sin demasiados sacrificios), estar rodeado de aquellas personas que me importan y ser, a grandes rasgos, feliz.

Sé que muchos de estos objetivos no te incumben a ti porque es demasiado pronto para pedírtelo, pero simplemente te pido que durante tu trayectoria me ayudes a que se vayan cumpliendo poco a poco. ¿Te parece que pido demasiado? Sinceramente, espero que no.

You know I'd really like you to love me.
xoxo.

07 febrero 2009

Autorrespeto.

A veces creemos que esa persona lo es todo. Nos involucramos, traspasamos la delicada línea entre el apoyo y la dependencia y no nos imaginamos cómo sería vivir sin ella. Creemos en la miseria que nos rodearía si nos desprendiésemos tan fácilmente de ella, nos mienta, engañe o torture. Pero en realidad es como cuando alguien se muere en una película. Cuando cierra los ojos ve una luz. O unas escaleras que lo guían hacia una luz. Y entonces llega la liberación.

Desde que te fuiste he perdido un chip en mi espalda.
Desde que te fuiste siento como si me hubiese hecho mayor.
Y ahora que te fuiste es como si el mundo entero fuese mi escenario.
Y ahora que te fuiste es como si hubiese sido liberado de mi celda.
-Lily Allen.
A veces te echo de menos, aun dos años después. Pero estoy muy bien sin ti. Siempre digo que a quien echo de menos no es a ti sino lo que representabas en mi vida. Navegué por ambas orillas del río de la dependencia y supe hacer la decisión correcta respecto a cuál arrimarme. Por ello me agradezco, por no haber dejado que la venda se adentrase y poderla hacer caer a tiempo, por observar la hoja de ruta con cautela y no navegar sin rumbo fijo, por ser fiel a mí mismo y no dejarme engatusar con palabras bonitas pero efímeras. Por ser el primero en mi jerarquía de felicidad. Porque eso no es egoísmo: es respeto por uno mismo.

06 enero 2009

Despertar.

Tu cuerpo, tus labios, tus ojos, tu nariz, tus manos, tu cuello, tu pecho. Se entremezclan los sonidos de nuestras respiraciones, nuestros latidos y la sirena de un tren que está a punto de partir rumbo a lo desconocido. La muchedumbre se amontona a sus puertas. El tiempo de subida es limitado y quienes no lleguen a tiempo quedarán sin remedio en la estación. Hay demasiada gente y no lo vamos a lograr... Pero yo te quiero llevar como sea y no acepto un no por respuesta, no te permitiré que me rechazes antes de tiempo.  La sirena vuelve a sonar, las puertas están a punto de cerrarse. Te cojo de la mano y nos teletransporto dentro del tren. Dije que te quería llevar, y aquí estamos. Queda media hora de viaje y estamos callados, porque a veces las palabras son complementos innecesarios, elementos secundarios que nunca eclipsarán el significado de algo tan simple como un beso o una mirada. Tu cuerpo, tus labios, tus ojos, tu nariz, tus manos, tu cuello, tu pecho... quiero recorrerlos con las yemas de mis dedos, sentirlos como si fuesen parte de mi propio cuerpo, fundirnos en uno al ritmo de un dulce blues bajo un paisaje volcánico a punto de estallar, dejar que estalle y disfrutar de la sensación antes de despertar y tener que aceptar la realidad.

05 enero 2009

Interferencias.

Quiero verte y tú quieres verme. Quieres contarme, quiero contarte, quiero que me cuentes, queremos hablar, quieres que te escuche y quiero que tú también me escuches a mí. Pero hay cosas que quiero que me hagas, que quiero hacerte, y que a la hora de la verdad serán un billete de ida y vuelta, sabiendo que no me dejarás quedarme en el destino de ida. Que mi mensaje será una simple interferencia en mitad del proceso comunicativo, que las palabras se confundirán entre las ondas sonoras y ningún satélite situado en tu cabeza descodificará mi señal con claridad. O quizás no sea una interferencia y simplemente... ese mensaje no exista. Y es que antes de comunicar, hace falta saber en qué lenguaje hacerlo. Y cuando estoy contigo, el único lenguaje que me gustaría emplear...